Las casitas de Kicillof

Clarín. 01/06/2021

TRIBUNA

Pablo Tonelli

Diputado nacional (Juntos por el Cambio)

El gobernador de Buenos Aires ha anunciado un plan para construir «mini gobernaciones» en 134 municipios, a fin de «concentrar en esos edificios todas las gestiones relacionadas con la administración provincial».
Sabíamos que Kiciloff atrasa ochenta años en lo que a la economía se refiere y ahora, merced a este proyecto, nos enteramos de que también atrasa doscientos años en materia de administración.
La idea podría haber sido correcta en el siglo XIX, cuando los administrados no tenían otra posibilidad más que concurrir personalmente a las diversas oficinas del gobierno a realizar los indispensables trámites de la vida.
Para gestionar el documento de identidad, solicitar un turno para casarse, pedir la habilitación de un negocio o iniciar el trámite de una jubilación, no había más alternativa que peregrinar de cuerpo presente por las oficinas en las que los burócratas se encargaban de poner a prueba la paciencia y templanza de los sufridos contribuyentes (como siguen haciendo hoy en día, lamentablemente).
Pero en pleno siglo XXI la idea de gastar 46.000 millones de pesos en estas casitas es un disparate solo comparable a la ocurrencia de construir una autopista a la Luna.
Peor, es una burla. Porque, aunque el gobernador no se haya enterado, vivimos la era de internet y las redes digitales, y lo que los administrados desean y reclaman es no tener que ir nunca más a una oficina pública y hacer todo desde la computadora o el celular, lo que es bien factible.
Hoy en día la única razón por la cual cualquier trámite debe hacerse de manera presencial es la desidia e ineficiencia de los gobernantes.
Desde el punto de vista de la tecnología nada impide que todos, absolutamente todos, los trámites burocráticos puedan concretarse a través de la web.
Con mucho menos dinero del que Kiciloff piensa gastar en sus casitas se podría informatizar la administración provincial para que todos los trámites que él quiere que los administrados sigan haciendo en persona, perdiendo el tiempo y sometidos a inextricables reglas que los burócratas cambian según se modifica su estado de ánimo, se hagan de manera remota o telemática.
Pero claro, para eso precisaríamos que el gobernador se suba a la máquina del tiempo y desde el pasado en el que vive se avenga a asomarse al futuro.
Para peor, las imágenes de las «mini gobernaciones» difundidas por el gobierno muestran una evidente y notoria arquitectura fascista – muy apropiada para fortalezas militares- no solo fea, sino que también atrasa ochenta años.
¿Será casualidad?

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